El actor de la comedia "Desnudos" presentó su primera novela, una historia en la que entabla un juego con los lectores. La mentira, el acto de escribir y cómo es su verano 2020.
Lector voraz, Gonzalo Heredia parece tener el mismo amor por la palabra escrita que por la actuación. Fruto de esa primera pasión nació su libro “Construcción de la mentira”, editado por Alto Pogo, que recientemente presentó en Mar del Plata.
En él, mezcla ficción y realidad: el personaje es Gonzalo Heredia, pero no el verdadero, uno que también es actor y que transita el mundo del espectáculo. ¿Es una autobiografía? Parece un juego que entabla con quienes deciden leer su primera novela, que según cuenta a LA CAPITAL, emergió bajo el halo inspirador de autores como David Foster Wallace, Luigi Pirandello, Juan José Saer y Manuel Puig.
“Me parecía interesante la idea de que un actor, que trabaja construyendo diferentes personalidades, diferentes universos, no sepa cuál era su verdadero yo”, explica el actor, que este verano es parte del elenco de la obra “Desnudos” (Teatro Neptuno).
Cabe señalar que presentó “Construcción de la mentira” en el marco de las actividades del Club De Lectura MDQ – Sgt Pepper’s Reading Club, un club marplatense que se reúne una vez por mes.
– ¿Como aparece Construcción de la mentira?
– El libro aparece, como la mayoría de las historias: desde un lugar incierto, pero a la vez, de una percepción que siempre existió y se fue acumulando en la retina, en la memoria selectiva. Me gusta mucho lo metaliterario, lo metaficticio. Es un género que me interpela y me convoca. Al principio quería contar el detrás de escena del “mundo del espectáculo” de una forma que nunca nos mostraron. Algo así como lo que hace David Foster Wallace en sus ensayos: “Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer”, “De qué hablamos cuando hablamos de langostas”, etc. Me parecía interesante la idea de que un actor, que trabaja construyendo diferentes personalidades, diferentes universos, no sepa cuál era su verdadero yo. Usar toda su vida: lo social, lo privado, lo reflexivo, lo laboral y que el lector sea testigo de un ser que desesperadamente intenta palpar algo real. Usé mi personaje público como un traje vacío de neoprene y lo llené de vida. Lo de ficción y realidad en la novela es algo con lo que jugué, me parecía vital para el universo, borrar esas líneas y que no se supiera qué era cierto y qué no. Digamos que usé escenas verídicas para construir un universo de mentira.
– ¿Cuándo es que advertís que además de lector querés empezar a escribir, por qué dar ese paso?
– Escribo desde siempre. Tengo recuerdos de hacerlo a los once años, una mañana, en el escritorio de mi pieza, a una novia para decirle lo que no podía cara a cara y también de escribir en el taller mecánico de mi papá para salir de esa realidad agobiante y frustrante. Escribo a mano. Tengo libretas desparramadas por todos lados. A veces entiendo mejor la vida cuando escribo.
– Meterte con la mentira es meterte con el hueso del sistema en que vivimos: mentimos para sobrevivir y permanecer y ocultamos, que es otra manera de mentir. ¿Cómo te llevás con la mentira y cuál es tu verdad?
– La mentira es algo que, como te decía, me convoca, me atraviesa. Porque creo que la verdad y la mentira, hilando fino, no existen. Todo es subjetivo. Todos tenemos nuestras verdades y nuestras mentiras, que no son las mismas. Cuando contamos una simple anécdota, una y otra vez ya estamos agregando detalles, ¿es eso mentir? ¿A veces no es mejor conservar una mentira?
– La mentira parece ser la materia con la que trabaja un actor, cuanto mejor miente decimos “mejor actúa”, ¿coincidís?
– Sí. Y también mentimos mucho en lo cotidiano y creo que ahí es donde mejor “se actúa”. Todos lo hacemos, no importa la profesión que ejerzas. Por eso, es algo que excede al mundo de la actuación. Y también por eso creo que Construcción de la mentira es una novela existencialista como han dicho.
– ¿Te interesa escribir dramaturgia?
– Hice el taller con Mauricio Kartún de dramaturgia pero por ahora no he escrito ninguna obra. No es algo que descarto.
– ¿Qué balance haces de esta temporada de teatro en Mar del Plata? Desnudos fue la obra más vista, ¿qué te llevás de este verano 2020?
– Muy bueno. Creo que ha sido una excelente temporada, una de las mejores de los últimos años. Hacía diez años que no hacía temporada en Mar del Plata y me encontré con una ciudad en crecimiento con una oferta teatral muy amplia y con una respuesta del público activa. Hacer “Desnudos” con amigos, con mi pareja, en una ciudad tan cultural como ésta, con un texto exquisito que combina humor y reflexión y que encima sea la más vista, la comedia éxito como le dicen, es una bendición.
– ¿Qué estás leyendo ahora?
– Te digo lo que leí desde que llegué: Viaje y oscuridad de Jean Rhys, Los ingrávidos de Valeria Luiselli, Sin paz de Richard Yates, La ciudad de todos los vientos de Carlos Liscano (relectura) y ahora 2666 de Bolaño y por empezar, porque a veces tengo dos lecturas abiertas al mismo tiempo, El motel del voyeur de Gay Talese.